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Al igual que en la gira "Ahí Vamos", Gustavo Cerati decidió iniciar los conciertos promoción de su disco en México antes que en su natal Argentina.
Previamente el tour mexicano había arrancado con un concierto gratuito en el estadio de beisbol de Monterrey siguiendo el recorrido en Guadalajara, por lo que ya se había filtrado información de algunos detalles de qué podríamos esperar para el DF. Sin embargo, las dudas de propios y extraños mientras nos acercábamos al Auditorio eran casi las mismas: ¿Cuáles tocaría del nuevo disco? ¿Con cuál frase sentenciaría la noche? ¿Qué canciones tocaría de Soda?
Previamente el tour mexicano había arrancado con un concierto gratuito en el estadio de beisbol de Monterrey siguiendo el recorrido en Guadalajara, por lo que ya se había filtrado información de algunos detalles de qué podríamos esperar para el DF. Sin embargo, las dudas de propios y extraños mientras nos acercábamos al Auditorio eran casi las mismas: ¿Cuáles tocaría del nuevo disco? ¿Con cuál frase sentenciaría la noche? ¿Qué canciones tocaría de Soda?
FUERZA NATURAL EN UN SOLO VIAJE (O CRÓNICA DE UN VIAJE CON FUERZA)
El tráfico de martes por la noche en Reforma nos hizo llegar casi justo a la hora. La noche fría y nublada del 25 me hacía recordar que justo en noviembre -hace 2 años- Cerati, acompañado de Zeta Bosio y Charly Alberti, habían hecho hervir el frío cemento del Foro Sol. Ya luego sin tanto tiempo para recordar sólo nos conformábamos con llegar a tiempo, pues tardamos casi una hora de camino. El caos defeño y las condiciones climáticas no hacían disminuir la emoción de escuchar en vivo lo nuevo del maestro argentino, estrenándose, por cierto, también como cincuentón. La primera imagen que recibimos fueron las escaleras del Auditorio Nacional abarrotadas de gente sentada a diez minutos de la hora indicada en los boletos.
El tráfico de martes por la noche en Reforma nos hizo llegar casi justo a la hora. La noche fría y nublada del 25 me hacía recordar que justo en noviembre -hace 2 años- Cerati, acompañado de Zeta Bosio y Charly Alberti, habían hecho hervir el frío cemento del Foro Sol. Ya luego sin tanto tiempo para recordar sólo nos conformábamos con llegar a tiempo, pues tardamos casi una hora de camino. El caos defeño y las condiciones climáticas no hacían disminuir la emoción de escuchar en vivo lo nuevo del maestro argentino, estrenándose, por cierto, también como cincuentón. La primera imagen que recibimos fueron las escaleras del Auditorio Nacional abarrotadas de gente sentada a diez minutos de la hora indicada en los boletos.
8:20 pm y la mayoría de la gente afuera. Por lo demás, un panorama habitual de los conciertos en la capital. Lo de siempre: la mercancía reciclada modificada para el evento, las camisas de árboles secos haciendo alusión a “Naturaleza muerta”, camisetas de la selección de Argentina y el Boca Juniors con el 10 estampado, en lugar de C.A.B.J., “C. E. R. A. T. I.”; revendedores: “le vendo o le cambio boleto en cualquier parte”; nada detiene la carrera rumbo a nuestros lugares en la fila “Y” de la sección preferente. “¡No mames, me dijiste que estaríamos hasta adelante!", repela a su compañero un frustrado sodero de la fila “Z”. Ya instalados y en plena espera entendimos el por qué de tanta gente afuera: adentro no estaban ni la mitad de las butacas ocupadas. Al fin provincianos y viniendo de tan lejos no queríamos perdernos de nada, así que entramos. Faltando 5 minutos para el inicio y como escena acelerada de documental de concierto, la gente llenó casi a su totalidad las butacas, dejando reservados sus respectivos lugares a los revendedores.
Fuera Luces, a olvidar la plática, suenan unos acordes que de inicio parecen ser los de “Sal”, pero que gradualmente se unen con el arpegio de “Fuerza natural”, buen comienzo –emoción, gritos, ahí vamos- (Puedo equivocarme, tengo todo por delante y nunca me sentí tan bien) para luego estallar y darnos cuenta que realmente estábamos en el concierto: más azul es la luz si me alejo, fuerza natural, remata un emocionado Cerati con antifaz y traje negro.
Inmediatamente adelantó: “¡México, mágico!” y se arrancó con “Magia” (Las cosas brillantes siempre salen de repente, como la geometría de una flor, es la palabra antes que tus labios la suelten; sin secretos, no hay amor). Dos canciones y ya en sintonía con la gente.
“Buenas noches México, para los que no saben, esta noche tocaremos el disco entero y después temas de aquí y allá”. El festejo cerrado de la gente inmediatamente después de ese comentario me hace pensar que la mayoría celebra por ser seguidores de Cerati, pero observando detenidamente en los conciertos del DF uno puede percatarse de distintos personajes que llegan por azares a estos recitales, como el típico acompañante que con engaños fue llevado y que se sentó a esperar toda la noche a que tocara “De música ligera” (y que estaba en la fila de atrás), y todos los grados de fans que uno puede encontrar pero antes de terminar de ubicarme en uno de esos, la batería a todo galope de “Déjà Vu” me interrumpe, es momento de brincar. -“Todo esto puede acabar en un… Desastre”- se sigue con una de las mejores canciones del disco y con una letra que cambia su sentido mientras más se escucha. A esta hora dejo de pensar para simplemente vivir lo que fue un excelente despegue. “Estamos bien, ¿no?” dice un sonriente argentino alzando y bebiendo de su copa, algo que haría en repetidas ocasiones. ¡"Rapto”! Canción con mucha fuerza y en la que viene la frase que en estos días había traído pegada: Alimentando la utopía de un siglo largo como un día. Final alargado y un solo magistral de guitarra del mismo Cerati. Al finalizar agregó: “Esta canción habla del síndrome de Estocolmo… no tengo ni puta idea de por qué se le llame así, ¿será porque los suecos son muy liberales?”.
“Buenas noches México, para los que no saben, esta noche tocaremos el disco entero y después temas de aquí y allá”. El festejo cerrado de la gente inmediatamente después de ese comentario me hace pensar que la mayoría celebra por ser seguidores de Cerati, pero observando detenidamente en los conciertos del DF uno puede percatarse de distintos personajes que llegan por azares a estos recitales, como el típico acompañante que con engaños fue llevado y que se sentó a esperar toda la noche a que tocara “De música ligera” (y que estaba en la fila de atrás), y todos los grados de fans que uno puede encontrar pero antes de terminar de ubicarme en uno de esos, la batería a todo galope de “Déjà Vu” me interrumpe, es momento de brincar. -“Todo esto puede acabar en un… Desastre”- se sigue con una de las mejores canciones del disco y con una letra que cambia su sentido mientras más se escucha. A esta hora dejo de pensar para simplemente vivir lo que fue un excelente despegue. “Estamos bien, ¿no?” dice un sonriente argentino alzando y bebiendo de su copa, algo que haría en repetidas ocasiones. ¡"Rapto”! Canción con mucha fuerza y en la que viene la frase que en estos días había traído pegada: Alimentando la utopía de un siglo largo como un día. Final alargado y un solo magistral de guitarra del mismo Cerati. Al finalizar agregó: “Esta canción habla del síndrome de Estocolmo… no tengo ni puta idea de por qué se le llame así, ¿será porque los suecos son muy liberales?”.

"¡El viaje ya había empezado. Las pantallas con imágenes multicolores acompañaron a Cerati en todo momento, mientras que el juego de luces destellaba rojos, azules, blancos y todas las tonalidades para invitar a los asistentes a 'desaparecer' de sus asientos” (El Sol de México).
Más adelante hizo una pausa para recordar que el estribillo de la siguiente canción estaba ideal como para cantarse en coro, se refería a “Tracción a Sangre”, de las más esperadas por la gente para escucharse en vivo. (Tal vez lo más suicida sea decirte la verdad, preferí callar... a esta hora de la vida... es lo mejor).
Mención aparte merece “Cactus”, que nos dejó sin palabras. La acústica del lugar excelente para escuchar a la perfección una rola con semejante cadencia y feeling: Un cactus suaviza mis yemas con su piel y tiene cien años, sólo florece una vez, en tu nombre… en tu nombre.
Después de interpretar “Dominó”, vino el momento místico para unos o relax para otros, el tramo para flotar y despegar: “Sal” (con todo y final extendido, muy viajada), “Convoy” (“subámonos al tren”) y “He visto a Lucy”, era el momento ideal para que viniera la canción de los números que tanto he degustado las últimas semanas (“#”) también bautizada como “numeral” y que viene escondida en el disco, pero ¡oh sorpresa!, el maestro se baja del escenario y deja a su banda lucirse. Fuera luces, es hora del medio tiempo.
Tras unos efectos de tormenta y lluvia se escucha “Fuerza natural”, pero se trata de la homónima canción de un grupo norteño (aún no sé cuál), para el desconcierto de algunos y la risa de la mayoría. Buen detalle para romper la solemnidad y continuar con el buen humor ceratiano –perlitas humorísticas del cantante- diría la prensa después. Momento para tomarse un descanso y prepararse para lo que venía. Buen aterrizaje. Primera escala.
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